10 Décima Clase
Teórica
CAPACIDADES
DEL ARTISTA
El artista es un humano y como tal está dotado de la Naturaleza
Humana. El aspecto más destacable de la naturaleza Humana es la capacidad de
dominio. El ser humano está capacitado para dominar sus habilidades, sus
virtudes y sus capacidades, esa facultad no existe en el resto de las especies
naturales.
Podemos dominar los deseos, los apetitos, las costumbres,
los instintos y el celo. Ninguna especie natural conocida es capaz de dominar
el celo o el instinto y contrariarlo a voluntad. Esa es la razón por la que si
no existiera la naturaleza humana actual, el equilibrio ecológico estaría
garantizado.
La orientación de las especies naturales se rige por la
fuerza del celo que las ordena en unidad. Todas las especies cooperan con el
bien común de forma automática. El ser humano es el responsable de ajustarse en
el poder del celo, voluntaria e incondicionalmente, siendo capaz de dominarlo,
pero nadie nos lo ha dicho, ni nos ha educado en eso. Hemos derivado la
orientación de la educación hacia la conquista de los fragmentos individuales,
en lugar de orientar la educación hacia la conectividad con la Naturaleza de la
creación y estamos pagando el precio de nuestro error.
Capacidad es una vacante a llenar, como vacante se dispone,
y esa disposición a ser cumplida o completa es delegada en quien la posee. El
artista, como todo humano, dispone de tres capacidades fundamentales: capacidad
sensible emocional, capacidad de raciocinio intelectual y capacidad
creativo-motivacional. Cada una de estas capacidades aparecen vacantes, lo que
no se debe interpretar como que no se dispone de ellas o que vienen como cinta
virgen de video, listas para grabar sin contenido en ellas, no. Cada capacidad,
contiene en sí el potencial de su desarrollo, pero, solo pueden desarrollarse
con aquello semejante a la cualidad de esa capacidad. Por ejemplo, somos
capaces de ser libres, pero solo nos libera la responsabilidad de cumplir la
máxima necesidad válida para todo. Es decir, en la libertad existe ya un valor
exigiendo y dictaminando la elección por lo que es válido. Lo mismo ocurre con
la capacidad sensible que nos permite captar necesidades, pero lo que determina
a la necesidad es el producto de discernir de entre las posibilidades, aquella
que se determina válida. El intelecto opera de igual manera, busca la razón,
pero solo puede aceptar por verdadera,
aquella que se ajusta al criterio y por lo tanto, es determinada válida. La
voluntad se motiva en el cumplimiento del deber, pero eso que se determina que
se debe hacer es porque espera disfrutar del beneficio de lo realizado, la
voluntad no se motiva al castigo, ni al sufrimiento o al dolor, a no ser que se
justifique válido por alguna razón, luego, la voluntad también contiene valor
en su capacidad.
Hemos demostrado ya que las capacidades son vacantes a
llenar y que disponen del argumento que dictamina qué la llena y qué no las
llena.
Podemos vivir toda la vida sin desarrollar nuestras
capacidades, haciendo una vida meramente instintiva. Se puede. Pero el drama
surge cuando nos damos cuenta de que los instintos humanos son distintos de los
de la naturaleza de las especies. En la naturaleza de las especies el instinto
es regulado por los límites determinados por la finalidad de esa especie en
particular. Pero los instintos humanos no disponen del límite de su naturaleza.
Los límites del instinto de la raza humana los determina la conciencia humana,
no el instinto en sí. Por eso, si dejamos en automático al motor de nuestros
instintos, los humanos acabarían con su propia especie. Imagínense lo que
supondría sacar la conciencia de un cuerpo humano y dejarlo operativo con unos
instintos sin límites. ¿Qué diferencia podría hacer entre placer y deber?
Ninguna. Y ¿Cuál de esas dos alternativas le resultaría más atractiva? ¿Cuánto
duró Roma, cuando puso en práctica ese criterio? Un hombre sin conciencia es un
animal peligroso, sin duda alguna, el más peligroso. Basta imaginar en lo que
haría con las mujeres, cómo las trataría y cómo trataría al inmediato que se
fijara en la mujer que desea para comprender que el ser humano sin conciencia
es un peligro para la naturaleza entera.
La conciencia humana es el rector custodio del ordenamiento
cósmico, pero para ejercer esa custodia debe madurar en sus capacidades
emocionales, intelectuales y motivacionales.
La Capacidad Emocional dictamina qué tipo de sensaciones son
las preferentes en ciertos momentos y lugares. Emoción es la capacidad sensible
que nos permite captar lo necesario. Cuando hablamos de lo necesario, nos
referimos exactamente a eso a lo necesario. La necesidad dictamina y obliga a
ser satisfecha y alguien debe cumplir ese proceso de saciar a la necesidad.
Existen en paralelo las necesidades del dispuesto a solucionar o satisfacer la
máxima necesidad del momento y lugar y la propia necesidad máxima que lo supera
en importancia. Aquél que entiende la importancia de la máxima necesidad válida
para todo, podrá superar sus propias necesidades particulares, pero quien no
comprende la importancia de lo que implica el cumplimiento de la máxima
necesidad, preferirá sin duda alguna satisfacer sus propias necesidades
individuales. La diferencia entre la elección de la máxima y la mínima
necesidad radica en el derecho al beneficio, que será proporcional en cada
caso. En los años sesenta, Rusia y Estados Unidos compartían el deseo por ser
los primeros en llegar a la luna. La necesidad de ser los primeros en responder
a esa llamada histórica hizo que Neil Armstrong recibiera el beneficio del
respeto de la humanidad entera. Hubo muchos astronautas que optaron por
preferir volar sus propios jets en ese momento y lugar, pero ninguno de ellos
pudo disfrutar del máximo beneficio del respeto humano.
La máxima necesidad válida para todos, hace merecedor del
máximo beneficio y satisfacción al que
la cumple y satisface. El mercado abruma con seminarios sobre liderazgo, capacitación
de líderes sociales, etc. ¿por qué? Porque intuyen que es necesario responder a
la obligación de cumplir máximas necesidades. Un líder ha de asumir la
responsabilidad de responder a las máximas necesidades de sus subordinados, la
sociedad exige líderes que respondan a las máximas necesidades sociales. La
naturaleza humana exige a humanos que respondan siempre al cumplimiento de la
máxima necesidad válida para toda la humanidad, esos humanos han de ser
sensibles, lo suficientemente sensibles, como para captar las máximas
necesidades, a esos hipersensibles o suprasensibles se les conoce como
artistas.
La capacidad sensible opera siempre en pro de las
necesidades máximas. La conciencia del valor determina en su discernimiento,
cuál es la más o menos importante, valiosa e inmediata a resolver o realizar. Por
lo tanto, podemos definir sin temor a equivocarnos que la capacidad emocional
es sensible a las máximas necesidades válidas. Emoción es, sin duda alguna, la
capacidad sensible que permite siempre captar las máximas necesidades válidas.
Si posibilita captar las máximas necesidades, la lógica nos dice que debemos
ejercitarnos en la disciplina a descubrir cuáles son las máximas necesidades en
urgencia e importancia.
La capacidad sensible emocional, no solo capta lo necesario,
también informa de lo adecuado para satisfacer esa necesidad. Información que
examina el intelecto y luego de evaluar su importancia provoca en la voluntad,
la motivación y determinación a resolver o realizar la satisfacción de dicha
necesidad. Estas tres capacidades: emocional, intelectual y motivacional,
actúan en trinidad, entrelazadas e inseparablemente ligadas.
La capacidad intelectiva o intelectual, hace posible el
raciocinio de los juicios. El intelecto reconoce el juicio justo, por eso se
ajusta a la razón que justifica la existencia, el origen y el sentido de las
cosas. El intelecto humano abarca el pasado, presente y porvenir. El intelecto
conoce y comprende, discierne y analiza, juzga y razona. Intelecto es la
capacidad sensible que permite reconocer el juicio justo de la razón.
La capacidad intelectual, no solo soluciona o resuelve
problemas, también reconoce la verdad de lo reconocido, lo justo de la
justicia, la norma de lo normal. El intelecto se delata y declara en la
inteligencia capaz de resolver problemas, cuando la solución corresponde a las
máximas necesidades, se dice que es inteligencia emocional. El intelecto
tampoco opera de modo independiente a la emoción o de la voluntad.
El desarrollo de la inteligencia se basa en el
reconocimiento del juicio justo, de la máxima razón, de las constantes e
inmanentes justificaciones válidas.
Para desarrollar la inteligencia o el intelecto es necesario
tener el hábito a reconocer la verdad de las cosas y expresar la verdad de lo
apreciado. La honestidad y sinceridad son el camino del desarrollo de la
memoria.
La verdad adquiere su condición cuando es siempre y para
todos válida. La defensa de la razón es una cosa y la verdad es otra. La razón
que justifica un juicio justo es únicamente válida cuando el juicio, se ajusta
a la razón constante e inmanente que lo declara justo y necesario para el bien
de todo.
Razones que justifican un juicio justo hay muchas, pero solo
aquellas que se ajustan a la razón constante e inmanente pueden decirse justas
o verdaderas.
Tradicionalmente se ha dicho que los españoles son una raza
celtibera y hasta los sesenta se consideró cierta esta razón, pero la apertura
a la inmigración está transformando esa razón en falsa. Por eso la razón para
ser cierta ha de contener juicios constantes e inmanentes, invariables y
absolutos.
La capacidad creativa se origina en la motivación que
determina la voluntad de realizar lo pretendido. La voluntad se motiva
en lo cumplido. Existen dos posibilidades: la de cumplir lo que se desea o la
de cumplir lo que se debe. Quien cumple lo que desea y no se debe hacer, recibe
el reclamo, la acusación y el rechazo de los perjudicados, por lo mismo,
podemos afirmar que el cumplimiento del deseo, no conectado con el deber, desconecta
al individuo con su humanidad. Quien cumple con lo que se debe, aun negando lo
que desea, adquiere el reconocimiento heroico de los que se benefician con su
actuar. El beneficio del actuar, se deriva del cumplimiento del máximo deber
necesario. El máximo deber necesario cumplido, motiva a repetir el ejercicio.
De ese modo se desarrolla la voluntad. El creador satisfecho con su obra, desea
volver a lograr la satisfacción con la siguiente. Los apostadores ganan una vez
y pierden cien, pero la experiencia de haber ganado, les satisface a tal
escala, que desean volver a sentir esa sensación una y otra vez. El
cumplimiento del deber, motiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario