domingo, 21 de abril de 2013

10- CAPACIDADES DEL ARTISTA


10 Décima  Clase Teórica
CAPACIDADES DEL ARTISTA
El artista es un humano y como tal está dotado de la Naturaleza Humana. El aspecto más destacable de la naturaleza Humana es la capacidad de dominio. El ser humano está capacitado para dominar sus habilidades, sus virtudes y sus capacidades, esa facultad no existe en el resto de las especies naturales.
Podemos dominar los deseos, los apetitos, las costumbres, los instintos y el celo. Ninguna especie natural conocida es capaz de dominar el celo o el instinto y contrariarlo a voluntad. Esa es la razón por la que si no existiera la naturaleza humana actual, el equilibrio ecológico estaría garantizado.
La orientación de las especies naturales se rige por la fuerza del celo que las ordena en unidad. Todas las especies cooperan con el bien común de forma automática. El ser humano es el responsable de ajustarse en el poder del celo, voluntaria e incondicionalmente, siendo capaz de dominarlo, pero nadie nos lo ha dicho, ni nos ha educado en eso. Hemos derivado la orientación de la educación hacia la conquista de los fragmentos individuales, en lugar de orientar la educación hacia la conectividad con la Naturaleza de la creación y estamos pagando el precio de nuestro error.

Capacidad es una vacante a llenar, como vacante se dispone, y esa disposición a ser cumplida o completa es delegada en quien la posee. El artista, como todo humano, dispone de tres capacidades fundamentales: capacidad sensible emocional, capacidad de raciocinio intelectual y capacidad creativo-motivacional. Cada una de estas capacidades aparecen vacantes, lo que no se debe interpretar como que no se dispone de ellas o que vienen como cinta virgen de video, listas para grabar sin contenido en ellas, no. Cada capacidad, contiene en sí el potencial de su desarrollo, pero, solo pueden desarrollarse con aquello semejante a la cualidad de esa capacidad. Por ejemplo, somos capaces de ser libres, pero solo nos libera la responsabilidad de cumplir la máxima necesidad válida para todo. Es decir, en la libertad existe ya un valor exigiendo y dictaminando la elección por lo que es válido. Lo mismo ocurre con la capacidad sensible que nos permite captar necesidades, pero lo que determina a la necesidad es el producto de discernir de entre las posibilidades, aquella que se determina válida. El intelecto opera de igual manera, busca la razón, pero solo puede aceptar por  verdadera, aquella que se ajusta al criterio y por lo tanto, es determinada válida. La voluntad se motiva en el cumplimiento del deber, pero eso que se determina que se debe hacer es porque espera disfrutar del beneficio de lo realizado, la voluntad no se motiva al castigo, ni al sufrimiento o al dolor, a no ser que se justifique válido por alguna razón, luego, la voluntad también contiene valor en su capacidad.
Hemos demostrado ya que las capacidades son vacantes a llenar y que disponen del argumento que dictamina qué la llena y qué no las llena.
Podemos vivir toda la vida sin desarrollar nuestras capacidades, haciendo una vida meramente instintiva. Se puede. Pero el drama surge cuando nos damos cuenta de que los instintos humanos son distintos de los de la naturaleza de las especies. En la naturaleza de las especies el instinto es regulado por los límites determinados por la finalidad de esa especie en particular. Pero los instintos humanos no disponen del límite de su naturaleza. Los límites del instinto de la raza humana los determina la conciencia humana, no el instinto en sí. Por eso, si dejamos en automático al motor de nuestros instintos, los humanos acabarían con su propia especie. Imagínense lo que supondría sacar la conciencia de un cuerpo humano y dejarlo operativo con unos instintos sin límites. ¿Qué diferencia podría hacer entre placer y deber? Ninguna. Y ¿Cuál de esas dos alternativas le resultaría más atractiva? ¿Cuánto duró Roma, cuando puso en práctica ese criterio? Un hombre sin conciencia es un animal peligroso, sin duda alguna, el más peligroso. Basta imaginar en lo que haría con las mujeres, cómo las trataría y cómo trataría al inmediato que se fijara en la mujer que desea para comprender que el ser humano sin conciencia es un peligro para la naturaleza entera.

La conciencia humana es el rector custodio del ordenamiento cósmico, pero para ejercer esa custodia debe madurar en sus capacidades emocionales, intelectuales y motivacionales.

La Capacidad Emocional dictamina qué tipo de sensaciones son las preferentes en ciertos momentos y lugares. Emoción es la capacidad sensible que nos permite captar lo necesario. Cuando hablamos de lo necesario, nos referimos exactamente a eso a lo necesario. La necesidad dictamina y obliga a ser satisfecha y alguien debe cumplir ese proceso de saciar a la necesidad. Existen en paralelo las necesidades del dispuesto a solucionar o satisfacer la máxima necesidad del momento y lugar y la propia necesidad máxima que lo supera en importancia. Aquél que entiende la importancia de la máxima necesidad válida para todo, podrá superar sus propias necesidades particulares, pero quien no comprende la importancia de lo que implica el cumplimiento de la máxima necesidad, preferirá sin duda alguna satisfacer sus propias necesidades individuales. La diferencia entre la elección de la máxima y la mínima necesidad radica en el derecho al beneficio, que será proporcional en cada caso. En los años sesenta, Rusia y Estados Unidos compartían el deseo por ser los primeros en llegar a la luna. La necesidad de ser los primeros en responder a esa llamada histórica hizo que Neil Armstrong recibiera el beneficio del respeto de la humanidad entera. Hubo muchos astronautas que optaron por preferir volar sus propios jets en ese momento y lugar, pero ninguno de ellos pudo disfrutar del máximo beneficio del respeto humano.
La máxima necesidad válida para todos, hace merecedor del máximo beneficio y satisfacción  al que la cumple y satisface. El mercado abruma con seminarios sobre liderazgo, capacitación de líderes sociales, etc. ¿por qué? Porque intuyen que es necesario responder a la obligación de cumplir máximas necesidades. Un líder ha de asumir la responsabilidad de responder a las máximas necesidades de sus subordinados, la sociedad exige líderes que respondan a las máximas necesidades sociales. La naturaleza humana exige a humanos que respondan siempre al cumplimiento de la máxima necesidad válida para toda la humanidad, esos humanos han de ser sensibles, lo suficientemente sensibles, como para captar las máximas necesidades, a esos hipersensibles o suprasensibles se les conoce como artistas.

La capacidad sensible opera siempre en pro de las necesidades máximas. La conciencia del valor determina en su discernimiento, cuál es la más o menos importante, valiosa e inmediata a resolver o realizar. Por lo tanto, podemos definir sin temor a equivocarnos que la capacidad emocional es sensible a las máximas necesidades válidas. Emoción es, sin duda alguna, la capacidad sensible que permite siempre captar las máximas necesidades válidas. Si posibilita captar las máximas necesidades, la lógica nos dice que debemos ejercitarnos en la disciplina a descubrir cuáles son las máximas necesidades en urgencia e importancia.

La capacidad sensible emocional, no solo capta lo necesario, también informa de lo adecuado para satisfacer esa necesidad. Información que examina el intelecto y luego de evaluar su importancia provoca en la voluntad, la motivación y determinación a resolver o realizar la satisfacción de dicha necesidad. Estas tres capacidades: emocional, intelectual y motivacional, actúan en trinidad, entrelazadas e inseparablemente ligadas.

La capacidad intelectiva o intelectual, hace posible el raciocinio de los juicios. El intelecto reconoce el juicio justo, por eso se ajusta a la razón que justifica la existencia, el origen y el sentido de las cosas. El intelecto humano abarca el pasado, presente y porvenir. El intelecto conoce y comprende, discierne y analiza, juzga y razona. Intelecto es la capacidad sensible que permite reconocer el juicio justo de la razón.
La capacidad intelectual, no solo soluciona o resuelve problemas, también reconoce la verdad de lo reconocido, lo justo de la justicia, la norma de lo normal. El intelecto se delata y declara en la inteligencia capaz de resolver problemas, cuando la solución corresponde a las máximas necesidades, se dice que es inteligencia emocional. El intelecto tampoco opera de modo independiente a la emoción o de la voluntad.
El desarrollo de la inteligencia se basa en el reconocimiento del juicio justo, de la máxima razón, de las constantes e inmanentes justificaciones válidas.
Para desarrollar la inteligencia o el intelecto es necesario tener el hábito a reconocer la verdad de las cosas y expresar la verdad de lo apreciado. La honestidad y sinceridad son el camino del desarrollo de la memoria.

La verdad adquiere su condición cuando es siempre y para todos válida. La defensa de la razón es una cosa y la verdad es otra. La razón que justifica un juicio justo es únicamente válida cuando el juicio, se ajusta a la razón constante e inmanente que lo declara justo y necesario para el bien de todo.
Razones que justifican un juicio justo hay muchas, pero solo aquellas que se ajustan a la razón constante e inmanente pueden decirse justas o verdaderas.
Tradicionalmente se ha dicho que los españoles son una raza celtibera y hasta los sesenta se consideró cierta esta razón, pero la apertura a la inmigración está transformando esa razón en falsa. Por eso la razón para ser cierta ha de contener juicios constantes e inmanentes, invariables y absolutos.

La capacidad creativa se origina en la motivación que determina  la voluntad de  realizar lo pretendido. La voluntad se motiva en lo cumplido. Existen dos posibilidades: la de cumplir lo que se desea o la de cumplir lo que se debe. Quien cumple lo que desea y no se debe hacer, recibe el reclamo, la acusación y el rechazo de los perjudicados, por lo mismo, podemos afirmar que el cumplimiento del deseo, no conectado con el deber, desconecta al individuo con su humanidad. Quien cumple con lo que se debe, aun negando lo que desea, adquiere el reconocimiento heroico de los que se benefician con su actuar. El beneficio del actuar, se deriva del cumplimiento del máximo deber necesario. El máximo deber necesario cumplido, motiva a repetir el ejercicio. De ese modo se desarrolla la voluntad. El creador satisfecho con su obra, desea volver a lograr la satisfacción con la siguiente. Los apostadores ganan una vez y pierden cien, pero la experiencia de haber ganado, les satisface a tal escala, que desean volver a sentir esa sensación una y otra vez. El cumplimiento del deber, motiva.

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