EJERCICIOS DE REHABILITACION DE LAS
TRASTORNOS HUMANOS
Entendemos
por trastorno a cualquier carencia o exceso en las conductas del humano que
“molestan” a sus pares. La amplitud de estos trastornos posibilita o no su
recuperación. Existen trastornos extremos obsesivos que requieren de un
tratamiento también extremo y trastornos de conducta que pueden ser tratados de
manera individual, con cuidados especiales o particulares. Los trastornos
excesivos deben ser tratados por especialistas, mientras que los no excesivos
pueden ser reorientados por el mismo individuo. Aquí nos vamos a referir a
aquellos que podemos modificar sin la intervención de un tercero.
Los
trastornos se establecen entre dos personas y
suelen ser acusados por el receptor, sin que en ocasiones sean
descubiertos o reconocidos por el emisor.
Existen trastornos emocionales, intelectuales y conductuales. Los
trastornos emocionales o afectivos se derivan del exceso o carencia en la
entrega. Afecto es darse por el bien del otro y en esa significación, la oferta
puede ser insuficiente, adecuada o excesiva. En los casos de insuficiencia o
exceso, el receptor acusa su insatisfacción o su hartura. Harto se siente el sobreprotegido e
insatisfecho se siente el que denota indiferencia, por lo tanto,
sobreprotección e indiferencia, son dos trastornos conductuales afectivos.
Los
excesos o carencias intelectivos se deben al exceso de conocimiento o a la
ignorancia del mismo. El juicio justo ajusta al entendido con el aprendiz. El
exceso de conocimiento suena a arrogancia en el aprendiz y la carencia de
juicio justo suena a ignorancia en el aprendiz. Estos extremos intelectuales
suponen un trastorno en la comunicación entre personas. Tanto la arrogancia
como la ignorancia generan desconfianza en el receptor, por lo tanto deben ser
corregidos.
Los
escesos o carencias de responsabilidad también provocan el reclamo del que lo
observa. El hiperactivo cansa al compañero y el flojo lo aburre, en ambos casos
es necesaria la corrección.
La
caracterización del ser humano maduro es
simple: responde libre y voluntariamente a las necesidades máximas del momento
y lugar. La captación o descubrimiento de dichas necesidades máximas irá en progreso a medida que resuelve las
máximas urgentes e inmediatas. Desde niño se ha de educar en responder a dichas
necesidades y a discernir en importancia entre las necesidades propias de él y
las necesidades del entorno en el cual se inserta.
Esto
es nuevo y es necesario pensárselo bien
durante un rato. ¿Qué mal podría causar la persona que responde siempre al
cumplimiento del deber que beneficia a todo?
Se que alguno de ustedes va a pensar ¿Y qué es lo que beneficia a todo?
Esta pregunta es propia de quien ignora lo que beneficia siempre a todo, pero
quien reconoce que a todo beneficia el orden cósmico, ecológico, biológico y
Natural, dispone del entendimiento para responder si lo que hace beneficia o no
a esos órdenes. El ordenamiento Natural dictamina por instinto lo que
corresponde con la Naturaleza de la biología de cada especie. A nadie se le
ocurriría dar de comer una ensalada a un perro, o un pedazo de carne de cerdo a
una vaca. Pero, estoy seguro de que hay quienes no saben que una vaca es
hervivora y el perro carnívoro. Esa es la razón por la que es necesario educar
en los fundamentos esenciales de la Naturaleza humana a cada individuo para que
responda responsablemente al máximo deber necesario.
La
respuesta voluntaria al cumplimiento de sus deberes lo transforma en
responsable y digno de confianza. Esta orientación es nueva en la sociedad,
pero es la adecuada para la maduración de las personas. Quien responde al
cumplimiento del máximo deber necesario se libera de ser reclamado, acusado o
rechazado. Quién beneficia siempre a todo no perjudica nunca a nadie.
Existen
necesidades diferentes en importancia y en urgencia, el individuo ha de
discernir de entre las máximas, la más urgente y adecuada, para eso, ha de
discernir y sopesar la importancia de cada alternativa. El mejor modo de desarrollar el intelecto es
reconociendo las razones que justifican una necesidad máxima.
La
simpleza de la Naturaleza humana reside en el comportamiento humano y ese
comportamiento es el que he mencionado anteriormente. La diferencia entre el
animal y el humano es que la dimensión de las necesidades del animal no sobrepasa
las de su propia especie, sin embargo las necesidades humanas abarcan la
totalidad del orden ecológico y biológico o natural.
Imaginen
una empresa en la que la totalidad de sus empleados responden voluntariamente
al cumplimiento de la máxima necesidad necesaria, siempre y en todo caso. ¿Disfrutaría
la empresa de eficiencia o de ineficiencia? Eficiencia total. Imaginen ahora
una familia en la que la totalidad de sus miembros responde siempre al
cumplimiento de la máxima necesidad válida para la familia. ¿Disfrutaría o no
de la eficiencia?¿ Lógicamente! El secreto de las relaciones humanas radica en
ese comportamiento, aquello que beneficia siempre a todos no perjudica nunca a
nadie. El modo de satisfacer a todos es captar la máxima necesidad grupal y
resolverla o realizarla.
Sigamos imaginando y ampliemos el ámbito de la
operación. Imaginemos un presidente que responde siempre al cumplimiento de las
máximas necesidades de la nación. ¿Disfrutaría de la eficiencia de su gobierno
o no? El tema es siempre el mismo,
discernir para elegir la máxima necesidad válida para todo. Lógicamente la
primera y primordial es la Educación. Es necesario, para que todo funcione, que
todos estén de acuerdo en el comportamiento responsable. Si todos responden al
cumplimiento del máximo deber necesario, todos disfrutarían del beneficio del
bien común. Una vez educados todos en esa conducta responsable, las empresas
operarían por el bien común y el excedente de sus beneficios se utilizaría para
seguir satisfaciendo necesidades máximas válidas para todo. La salud también
sería orientada en el máximo beneficio por todos compartido. Si el país dispone
de una educación orientada en la responsabilidad, si la educación está
orientada en la responsabilidad y la salud está orientada en la
responsabilidad, el beneficio del trabajo sería también responsable y
beneficiaría a la totalidad de sus ciudadanos. ¿El secreto? Muy sencillo,
educar a todos para que respondan siempre al máximo deber válido para todo.
¿Es
válido para todo que yo ahorre para tener una casa más grande? O entregarme al
beneficio compartido para que todos disfruten de una casa más grande? ¿Es
válido para todo que yo disfrute de un Ferrari? O ¿debería entregarme por el
beneficio de todos para que todos puedan disfrutar de al menos un medio de
transporte cómodo y eficaz?
La
dificultad de esta realidad es la de reducir el ego a su posición de
subordinado a la conciencia de la Naturaleza Humana. La Naturaleza humana sabe
que es mejor lograr un medio de transporte cómodo y eficiente, válido para
todos, pero el ego, se nos infiltra y
desorienta incitándonos a preferir el Ferrari.
Pensar
en grande es mucho para una mente chica y pensar en chico es poco para una
mente grande. Por eso es necesaria la educación en los valores máximos absolutos.
La
rehabilitación de las conductas extremas de sobreprotección afectiva o de
indiferencia afectiva se soluciona respondiendo siempre a las máximas
necesidades afectivas familiares. De este modo superamos las carencias y los
excesos afectivos.
La
rehabilitación de las conductas arrogantes o ignorantes se soluciona al
descubrir captar y reconocer las máximas
razones que justifican una realidad. Esa persona que descubre y reconoce las
máximas razones que justifican un juicio justo se hace justa, segura de si
misma y sincera. De ese modo recupera la moderación de los extremos de la
arrogancia o de la ignorancia.
La
rehabilitación de las conductas creativas, conductuales o laborales, de
hiperactividad, violencia o negligencia, así como la flojera o desmotivación,
se solucionan respondiendo al cumplimiento del máximo deber necesario por ser
válido para todo. Esa conducta rehabilita la responsabilidad del individuo
eliminando su trastorno conductual.
¿A
dónde hemos llegado con esto? Hemos llegado a solucionar los problemas de
personalidad, de raciocinio y de conducta, así como los problemas sociales, de
educación, salud y trabajo. Acabamos de
descubrir la verdadera conducta de las relaciones humanas, porque no perjudica nunca a nadie. Descubrimos
la manera de solucionar las crisis de identidad, crisis vocacional y crisis
existencial. Acabamos de descubrir el sentido de la vida. Una vida plena, justa
y responsable. Tenemos la solución en el manual, ahora es necesario comenzar la
rehabilitación de cada uno. ¿Por dónde empezar? Por donde todos debemos
comenzar: respondiendo al cumplimiento del máximo deber necesario en la casa, en el trabajo, en la
sociedad. Y lógicamente en uno mismo.
Una
persona saludable es una persona que controla y domina los instintos y el celo.
Controlar los instintos de protección, conservación y reproducción no es nada
fácil. Podemos ayunar un día, pero, decir que no ante la tentación de una
mujer, no es tan fácil. Quizá sea fácil el primer día, pero después de su
insistencia una y otra vez, resulta cada vez más difícil. En realidad, la
tentación es un llamado al amor y a eso, es a lo que no podemos resistirnos,
sobre todo cuando se ignora el significado del amor. Si por amor entendemos el acariciarse,
besarse, tocarse y acostarse juntos, entonces el atractivo es incontrolable,
pero si se entiende por amor el darse responsablemente por el beneficio del
otro, en ese caso, el atractivo de las
caricias, puede ser controlado porque
quizá al otro, no se le beneficie con nuestra conducta embarazosa o
cargándole con una responsabilidad para la cual, no dispone de los recursos
necesarios para asumirla o resolverla.
Una
persona saludable es alguien bien alimentado, que se ejercita para estar fuerte
y sano, es una persona disciplinada en el sueño y en el descanso y sin adiciones o dependencias y sin
enfermedades.
Como
antes mencionamos el mejor modo de rehabilitar a una persona es educándola en
responder voluntariamente al cumplimiento de la máxima necesidad valida para
todo, pero en casos especificos, donde se manifiestan tendencias
sobreprotectoras, es necesario que el sobreprotector se reconozca habituado a
esa conducta. Sobre la base de su reconocimiento, la persona ha de liberar al
sobreprotegido entregándose a su
maduración respondiendo a sus máximas necesidades. Máximas necesidades
no son solo la alimentación, el vestirle o indicarle su higiene. Las máximas
necesidades pueden ser, en ocasiones, el consejo para que responda al
cumplimiento de deberes, o el modelo para motivarle a repetir esa conducta. En
esos casos, es la voluntad del extremado la que debe orientarse. No sirve de
nada la indicación, si no hay una determinación propia a restaurarse. Lo mismo
opera en el arrogante o ignorante o en el hiperactivo o en el inactivo.
¿Por
qué se necesita educar a todos en el cumplimiento del máximo deber responsable?
Porque si uno responde voluntaria e
incondicionalmente a entregar afecto, conocimiento o servicios a una comunidad
irresponsable, el servicio, el conocimiento compartido o el afecto entregado es
recibido y no compartido. Cuando entre dos no se comparte la entrega, el que
entrega se agota. Cuando entre dos no se
reconocen los juicios justos, el justo se agota, y cuando entre dos no se
comparte el servicio, el servidor se agota. La educación es necesaria para
producir relaciones cooperativas sostenibles en el tiempo. Sin la cooperación
no existe la posibilidad de sostener una relación en el tiempo. La
revolucionaria idea progresista de la lucha de opuestos es solo una falacia que
se agota en el reclamo, acusación o rechazo entre los opuestos. Esa idea no
funciona.
Porque
es necesario compartir, es al mismo tiempo necesario coincidir en el criterio
de la responsabilidad.
Ahora
que entendemos la razón que justifica las relaciones humanas, podemos ir al
mundo y compartir esta premisa con nuestros inmediatos para el beneficio de
todo.
Aquello
que beneficia siempre a todo se transforma en verbo. El verbo integra a lo
masculino y a lo femenino (genero), al pasado, presente y porvenir (tiempo), a
lo singular y plural (cantidad). Cuando decimos “amar” no estamos afirmando a
ningún género, ni en ningún momento, ni en lugar alguno, pero tiempo, espacio y existencia, existen
incluidos en el verbo, porque de no existir, el amor no tendría sentido. Se
suele decir que en el comienzo el verbo se hizo carne, se hizo presente, en un
determinado género y en un lugar, para hacer posible a cada una de las
singularidades, la experiencia de la unidad, es decir, del verbo. Esto que os
digo no es nada nuevo, ya se conocía hace mil años, Alfarabi habla de esta
particularidad, lo extraño es que lo hayamos olvidado. Para compartir es
necesario coincidir y esa es la razón por la que somos todos un aspecto o
porción del verbo.
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