3-Tercera clase teórica
EL ORIGEN
DE LA CREACIÓN
Hemos descubierto ya algunos fundamentos esenciales, como
por ejemplo, que el valor es el motor de la naturaleza creativa, que la
libertad está ligada al valor indisolublemente y que libertad es la capacidad
de optar por lo que es válido, lo válido para todo, no perjudica nunca a nadie,
luego, la verdadera libertad es la capacidad de optar por lo que es siempre y
para todo válido.
Hemos descubierto también, que todo acto contiene
intencionalidad, selectividad y poder en su existencia y que la
intencionalidad, es producto de la emoción que al sentirse carente de algo se
motiva voluntariamente a conseguirlo y esa conquista es transformada en el
“deber” de su conquista, deber que es motivado por el “derecho” a
disfrutar del beneficio de su conquista.
Y hemos descubierto, que la selectividad opera en pro de la
razón que justifica necesaria esa necesidad máxima, lo que obliga, a asumir en
ese juicio, la existencia de una capacidad intelectual. También vimos, que la
voluntad que motiva a la conquista, espera el cumplimiento de la misma en su
respuesta motivada, lo que denota responsabilidad. La dinámica en la relación
entre quien espera y responde es distinta de la dinámica -acción reacción-. La
reacción es automática, la respuesta es voluntaria.
Responsabilidad, juicio justo e intencionalidad son sometidas al criterio
del rector de cada acto, al que denominamos conciencia, que en el ejercicio de
su conquista realiza la experiencia de su consciencia para satisfacer al valor
originario de su actuar.
Este sistema operativo ocurre en todo acto creado. Luego,
todo acto implica posiciones de pretensión o propuesta que mediante el actuar
de un activo constructor llamado sujeto, que transforma al receptivo en la
respuesta consecuente con su causal originario, establece la recíproca
correlatividad, concordia y semejanza en la unidad de las cuatro posiciones
establecidas, a lo que denominamos “ bien compartido”.
Hemos descubierto que de la cooperación compartida surge el
objeto creado y no de la lucha entre opuestos, sino del acuerdo, correlatividad
y cooperación entre dos complementarios. Hemos descubierto además, que los
objetos creados son intencionados, no son “casualidad derivadas de un “gran
pun” que van “evolucionando” es decir
“mejorando” a la orden de una imperiosa lotería, o de la mano de una
misteriosa suerte casual y fortuita, porque lo casual no conduce ni origina,
solo se establece.
También hemos demostrado que los procesos de desarrollo son
constructivos en la realización de lo que se pretende o propone y no
“mutaciones” deformes en donde lo deforme madura con normalidad. Y hemos
descubierto que todo proceso, establece un tiempo en tres etapas: inicio medio
y término de su consecución, con lo que eliminamos la posibilidad de vidas
pasadas o futuras o de gloriosas
reencarnaciones en secuencias sin fundamento biológico que esperan
conseguir, después del proceso de consecución natural, lo que en vida,
naturalmente no se consiguió.
Hemos llegado a rotundas conclusiones socialmente ignoradas, por lo tanto, ahora,
debemos adentrarnos en la biología y
psicología del ser humano y en su proceso de desarrollo.
Si todo acto responde a la razón que lo justifica necesario,
la humanidad, que es un acto, también debe responder a una razón que la
justifique necesaria. ¿Cuál es esa razón?
Hemos explicado que el origen de la creación es el valor. Y
que el valor es, además de la cualidad que satisface, es un deber motivante. El
valor debe cumplirse para disfrutarse y por eso, dijimos que valor, es un deber
y un derecho. El deber de realizarse y el derecho al beneficio de su disfrute
en lo conseguido.
Este principio es necesario asumirlo y comprenderlo en su
totalidad, porque de ello se desprende la necesidad por ser satisfecho, que
como dijimos, es una sensación de carencia. El ser humano y todas las especies
funcionan en base a esa sensación de carencia constante y continua. Porque
carecen de la posición a donde pretenden ir, se mueven. Porque carecen de la
maduración completa de sus facultades, crecen; porque carecen de la cooperación
en la perpetuidad, se multiplican. Porque carecen del completo dominio, se
ejercitan.
Todo lo creado crece, se multiplica y ejerce un determinado
dominio. ¡Creced, multiplicaos y dominad! No solo es una mandato Bíblico,
también es un dictamen de la biología. Es una obligación instintiva o natural.
Quien no ejerce el dominio sobre sus conductas, no es normal es un
neurótico, quien no crece no madura, y quien no se reproduce, no cumple su
ciclo natural de perpetuar su linaje o su especie. Este mandato natural de crecer multiplicarse
y dominar es un dictamen natural, una obligación de todas las especies,
incluyendo a la especie humana. Pero debemos descubrir de qué manera debe el
ser humano crecer, y de qué manera debe multiplicarse y cómo y qué, debe de
dominar.
Como dijimos que el ser humano es responsable, cada humano
tiene por sí solo la responsabilidad de cumplirse en su naturaleza humana. Como
también dijimos que es un ser autónomo, y auto es uno mismo y nomo es ley, cada
humano por sí solo tiene el deber y la obligación de descubrir, cual es la
verdadera razón que justifica su existencia, o lo que es igual, debe reconocer
la razón que lo declara humano. Y eso consiste en encontrar la
justificación de su origen, identidad y
propósito. Y como también dijimos antes que es un ser libre y libertad era la
capacidad de optar, pero para liberarse del reclamo, de la acusación y del
rechazo, debía optar siempre y en todo, por la opción válida para todo, el ser
humano ha de realizarse en el servicio público, a nivel familiar, tribal y social.
¿Cómo se hace eso?
Comencemos con el primero de los temas ¿De dónde venimos?
Nuestro origen está muy lejos de nuestro momento y muy cerca
de cada uno al mismo tiempo. Y como dijimos que en el valor existen dos
cualidades una inmutable y otra
variable, en el origen de la humanidad existen al mismo tiempo esas dos
cualidades, la originaria de la naturaleza humana y la originaria de cada ser humano.
El origen del ser humano es su composición genética, animada por una condición
heredada, la condición de realizarse. Ese deber cumplirse no lo origina el
gene, viene de la pretensión que espera de ese humano su completa realización.
El gene contiene información.
Esa pretensión es constante en cada individuo y en cada
generación. ¿Dónde se origina esa pretensión?
Si toda pretensión es originada en una sensación de carencia a la que
denominamos necesidad, el origen del ser humano es una necesidad similar que
espera la maduración de su pretensión.
Vamos a ver esto en detalle. La humanidad pretende al ser
humano, no al ser deshumanizado, a ese no lo pretende su naturaleza, a ese lo
determina el inhumano. El individuo humanizado es aquel cuyas facultades
emocionales intelectuales y motivacionales
saludables operan en función de la salud y sanidad. Un individuo sano y
saludable es carente de enfermedad. Sano, en el caso del ser humano es distinto
del sano animal o vegetal, el vegetal o el animal sano es aquel cuyos órganos e
instintos cumplen su función.
En el caso del ser humano, decirse sano implica no solo
disponer de los órganos y sistemas en perfecto funcionamiento así como sus
instintos, además ha de funcionar mentalmente saludable y eso implica no ser
reclamado, acusado o rechazado. Ese ser no rechazado por su origen, no acusado
por su origen y no reclamado por su origen, sería uno con él. Por lo tanto, el
origen del ser humano es la naturaleza humana sensible, justa y completa. Pero
la Naturaleza humana es una porción de la Naturaleza de la creación, puesto que
el ser humano es una de las especies creadas, luego, la Naturaleza de la
Creación ha de contener todos los aspectos fundamentales de todas las especies.
Vamos a ver esto:
Todas las especies son efecto de una causa originaria que
debe ser descubierta y reconocida en sus facultades fundamentales. Si, de acuerdo con el principio de Causa y
efecto, todo efecto es a su causa y toda causa es manifiesta en el efecto,
estudiando los elementos constantes del efecto, podremos deducir las
características constantes de su causa.
Si dividimos las especies es seis categorías:
Partículas, átomos, moléculas, vegetales, animales y el
hombre. En todas ellas queda manifiesta la dualidad de sus componentes
directivo y dirigido. Todas las especies contienen una Naturaleza Directiva
Inherente y un objeto o cuerpo dirigido a cumplir su objetivo. Si en cada una
de las seis categorías antes mencionadas se establece esta dualidad de mente y
cuerpo, la causa o el originario de las mismas, debe contener en sí una
naturaleza directiva o mente y una estructura dirigida o cuerpo a cumplir su
finalidad.
En cada una de estas seis categorías se establece otra
dualidad la de género, en todas ellas existe una caracterización de género, en
el hombre existen hombre y mujer, en los animales, macho y hembra, en los
vegetales, pistilos y estambres, en las moléculas catión y anión, y en los
átomos y partículas, valencias positivas y negativas. Si la caracterización de
género existe en todas las especies, el originario de las mismas o la
naturaleza creadora debe contener aspectos
de masculinidad y de femineidad o, positividad y negatividad.
Pero estas dualidades existen para unirse porque son
complementarias en la labor de perpetuar la especia. Si existen para unirse, tanto mente y cuerpo, como sujeto y objeto en
todo lo creado, es lógico pensar que el origen de la creación espera también la
unidad y que contenga en sí también algún elemento cooperativo que la haga
posible. Sabemos que la fuerza que une es el amor y si toda la creación busca
la unidad armónica que coopera con el orden ecológico y biológico, lógicamente
el origen, o la naturaleza del orden ha
de esperar unirse de igual modo con alguien que se ordene voluntariamente como
él o como ella. Y ese único dotado con una sensibilidad universal capaz de captar
las máximas necesidades válidas para todo,
el único dotado con una capacidad intelectual capaz de razonar el juicio
justo o legítimo de las leyes naturales o principios de la Creación y el único,
capaz de realizarse en libertar responsablemente, es el hombre.
De donde se deduce, que el origen del ser humano es una
entidad con los atributos de: ser sensible, inteligente y responsable. Pero
profundicemos un poco más en ello.
Todo lo creado está compuesto de energía y la energía ni se
crea ni se destruye, es absoluta, eterna e infinita. Si todo está compuesto por
un tipo de energía eterna Absoluta e infinita, la naturaleza creadora u
originaria de la creación ha de ser o
estar compuesta de energía.
La energía manifiesta en la creación opera siempre y en todo,
en pro del ordenamiento natural, en otras palabras, responde siempre al
cumplimiento de la máxima necesidad válida para todo.
Se ajusta siempre en todo a las normas de la naturaleza y
cumple con el máximo deber necesario. Esa es la Naturaleza de la energía. En la energía no solo existe información, la
necesaria para normarse, en la energía existe además, el regulador custodio de
la norma, porque sin él no podría normalizarse y ese regulador custodio de la
ley, es la conciencia.
Todo humano frente a la ley tiene la posibilidad de cumplirla
o no, porque está dotado de discernimiento y libertad, pero para ayudar a que descubra cual
es la mejor opción, la más justa o la adecuada, dispone del regulador custodio
de su conciencia. El mismo regulador custodio existe contenido en el origen
creador de la Naturaleza Humana.
A esa entidad que es energía con atributos de positivo y
negativo, o masculino y femenino, con carácter y forma y con el deber de unirse
con un semejante para disfrutar del derecho al beneficio de lo creado, le
llamaremos PRIMERA ENERGÍA UNIVERSAL.
Ese es el origen del hombre.
Cuando hablamos de Energía, estamos refiriéndonos a un tipo
de sistema operativo muy distinto de lo que la ciencia determina como fuerza o
poder; estamos ante un sistema operativo completo que pretende y propone, que
regula y fiscaliza, que determina y dictamina reglas y principios, deberes y
derechos intransables y absolutos que deben ser respetados y establecidos.
El origen de la existencia es este regulador inmanente y
eterno, sensible e inteligente, justo y responsable cuyo nombre no determina su
función ni su finalidad. Es el que es. Origen y finalidad de todo lo creado.
La sociedad ha forjado mitos inexplicables, misterios
irracionales y devociones absurdas que han dictaminado la adoración a lo desconocido.
Casualidades o enigmas a las que se les denominan milagros que la gente asume
verdaderos, aun sabiendo que son desconocidos e ignorados, pero los dotan de
divina veracidad, aún sin saber de qué se tratan. Dioses que premian y castigan
con llamas eternas a los hijos amados por ese mismo Dios que los castiga. Pero
nadie se pregunta qué es un castigo, ni cómo corrige ese castigo. Ni cómo un
ser absoluto en el amor, puede actuar de forma tan violenta con sus amados
hijos, sin perder su condición de absoluto. Se dice que Dios es omnipresente
pero no se explica su presencia en el infierno al que envía a sus castigados.
Se afirma al Dios absoluto omnipresente y al mismo tiempo se afirma también a
un anti dios en un infierno en el que Dios no puede estar.
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