domingo, 21 de abril de 2013

3- EL ORIGEN DE LA CREACION


3-Tercera clase teórica
EL ORIGEN DE LA CREACIÓN
Hemos descubierto ya algunos fundamentos esenciales, como por ejemplo, que el valor es el motor de la naturaleza creativa, que la libertad está ligada al valor indisolublemente y que libertad es la capacidad de optar por lo que es válido, lo válido para todo, no perjudica nunca a nadie, luego, la verdadera libertad es la capacidad de optar por lo que es siempre y para todo válido.
Hemos descubierto también, que todo acto contiene intencionalidad, selectividad y poder en su existencia y que la intencionalidad, es producto de la emoción que al sentirse carente de algo se motiva voluntariamente a conseguirlo y esa conquista es transformada en el “deber” de su conquista, deber que es motivado por el “derecho” a disfrutar  del beneficio de su conquista.
Y hemos descubierto, que la selectividad opera en pro de la razón que justifica necesaria esa necesidad máxima, lo que obliga, a asumir en ese juicio, la existencia de una capacidad intelectual. También vimos, que la voluntad que motiva a la conquista, espera el cumplimiento de la misma en su respuesta motivada, lo que denota responsabilidad. La dinámica en la relación entre quien espera y responde es distinta de la dinámica -acción reacción-. La reacción es automática, la respuesta es voluntaria.
Responsabilidad, juicio justo  e intencionalidad son sometidas al criterio del rector de cada acto, al que denominamos conciencia, que en el ejercicio de su conquista realiza la experiencia de su consciencia para satisfacer al valor originario de su actuar.
Este sistema operativo ocurre en todo acto creado. Luego, todo acto implica posiciones de pretensión o propuesta que mediante el actuar de un activo constructor llamado sujeto, que transforma al receptivo en la respuesta consecuente con su causal originario, establece la recíproca correlatividad, concordia y semejanza en la unidad de las cuatro posiciones establecidas, a lo que denominamos “ bien compartido”.
Hemos descubierto que de la cooperación compartida surge el objeto creado y no de la lucha entre opuestos, sino del acuerdo, correlatividad y cooperación entre dos complementarios. Hemos descubierto además, que los objetos creados son intencionados, no son “casualidad derivadas de un “gran pun” que van “evolucionando” es decir  “mejorando” a la orden de una imperiosa lotería, o de la mano de una misteriosa suerte casual y fortuita, porque lo casual no conduce ni origina, solo se establece.
También hemos demostrado que los procesos de desarrollo son constructivos en la realización de lo que se pretende o propone y no “mutaciones” deformes en donde lo deforme madura con normalidad. Y hemos descubierto que todo proceso, establece un tiempo en tres etapas: inicio medio y término de su consecución, con lo que eliminamos la posibilidad de vidas pasadas o futuras o de gloriosas  reencarnaciones en secuencias sin fundamento biológico que esperan conseguir, después del proceso de consecución natural, lo que en vida, naturalmente no se consiguió.
Hemos llegado a rotundas conclusiones  socialmente ignoradas, por lo tanto, ahora, debemos adentrarnos en  la biología y psicología del ser humano y en su proceso de desarrollo.
Si todo acto responde a la razón que lo justifica necesario, la humanidad, que es un acto, también debe responder a una razón que la justifique necesaria. ¿Cuál es esa razón?
Hemos explicado que el origen de la creación es el valor. Y que el valor es, además de la cualidad que satisface, es un deber motivante. El valor debe cumplirse para disfrutarse y por eso, dijimos que valor, es un deber y un derecho. El deber de realizarse y el derecho al beneficio de su disfrute en lo conseguido.
Este principio es necesario asumirlo y comprenderlo en su totalidad, porque de ello se desprende la necesidad por ser satisfecho, que como dijimos, es una sensación de carencia. El ser humano y todas las especies funcionan en base a esa sensación de carencia constante y continua. Porque carecen de la posición a donde pretenden ir, se mueven. Porque carecen de la maduración completa de sus facultades, crecen; porque carecen de la cooperación en la perpetuidad, se multiplican. Porque carecen del completo dominio, se ejercitan.
Todo lo creado crece, se multiplica y ejerce un determinado dominio. ¡Creced, multiplicaos y dominad! No solo es una mandato Bíblico, también es un dictamen de la biología. Es una obligación instintiva  o natural.  Quien no ejerce el dominio sobre sus conductas, no es normal es un neurótico, quien no crece no madura, y quien no se reproduce, no cumple su ciclo natural de perpetuar su linaje o su especie.  Este mandato natural de crecer multiplicarse y dominar es un dictamen natural, una obligación de todas las especies, incluyendo a la especie humana. Pero debemos descubrir de qué manera debe el ser humano crecer, y de qué manera debe multiplicarse y cómo y qué, debe de dominar.

Como dijimos que el ser humano es responsable, cada humano tiene por sí solo la responsabilidad de cumplirse en su naturaleza humana. Como también dijimos que es un ser autónomo, y auto es uno mismo y nomo es ley, cada humano por sí solo tiene el deber y la obligación de descubrir, cual es la verdadera razón que justifica su existencia, o lo que es igual, debe reconocer la razón que lo declara humano. Y eso consiste en encontrar la justificación  de su origen, identidad y propósito. Y como también dijimos antes que es un ser libre y libertad era la capacidad de optar, pero para liberarse del reclamo, de la acusación y del rechazo, debía optar siempre y en todo, por la opción válida para todo, el ser humano ha de realizarse en el servicio público, a nivel familiar, tribal y social. ¿Cómo se hace eso?

Comencemos con el primero de los temas ¿De dónde venimos?
Nuestro origen está muy lejos de nuestro momento y muy cerca de cada uno al mismo tiempo. Y como dijimos que en el valor existen dos cualidades una  inmutable y otra variable, en el origen de la humanidad existen al mismo tiempo esas dos cualidades, la originaria de la naturaleza humana y la originaria de cada ser humano. El origen del ser humano es su composición genética, animada por una condición heredada, la condición de realizarse. Ese deber cumplirse no lo origina el gene, viene de la pretensión que espera de ese humano su completa realización. El gene contiene información.
Esa pretensión es constante en cada individuo y en cada generación. ¿Dónde se origina esa pretensión?  Si toda pretensión es originada en una sensación de carencia a la que denominamos necesidad, el origen del ser humano es una necesidad similar que espera la maduración de su pretensión.
Vamos a ver esto en detalle. La humanidad pretende al ser humano, no al ser deshumanizado, a ese no lo pretende su naturaleza, a ese lo determina el inhumano. El individuo humanizado es aquel cuyas facultades emocionales intelectuales y motivacionales  saludables operan en función de la salud y sanidad. Un individuo sano y saludable es carente de enfermedad. Sano, en el caso del ser humano es distinto del sano animal o vegetal, el vegetal o el animal sano es aquel cuyos órganos e instintos cumplen su función.
En el caso del ser humano, decirse sano implica no solo disponer de los órganos y sistemas en perfecto funcionamiento así como sus instintos, además ha de funcionar mentalmente saludable y eso implica no ser reclamado, acusado o rechazado. Ese ser no rechazado por su origen, no acusado por su origen y no reclamado por su origen, sería uno con él. Por lo tanto, el origen del ser humano es la naturaleza humana sensible, justa y completa. Pero la Naturaleza humana es una porción de la Naturaleza de la creación, puesto que el ser humano es una de las especies creadas, luego, la Naturaleza de la Creación ha de contener todos los aspectos fundamentales de todas las especies.
Vamos a ver esto:
Todas las especies son efecto de una causa originaria que debe ser descubierta y reconocida en sus facultades fundamentales.  Si, de acuerdo con el principio de Causa y efecto, todo efecto es a su causa y toda causa es manifiesta en el efecto, estudiando los elementos constantes del efecto, podremos deducir las características constantes de su causa.
Si dividimos las especies es seis categorías:
Partículas, átomos, moléculas, vegetales, animales y el hombre. En todas ellas queda manifiesta la dualidad de sus componentes directivo y dirigido. Todas las especies contienen una Naturaleza Directiva Inherente y un objeto o cuerpo dirigido a cumplir su objetivo. Si en cada una de las seis categorías antes mencionadas se establece esta dualidad de mente y cuerpo, la causa o el originario de las mismas, debe contener en sí una naturaleza directiva o mente y una estructura dirigida o cuerpo a cumplir su finalidad.
En cada una de estas seis categorías se establece otra dualidad la de género, en todas ellas existe una caracterización de género, en el hombre existen hombre y mujer, en los animales, macho y hembra, en los vegetales, pistilos y estambres, en las moléculas catión y anión, y en los átomos y partículas, valencias positivas y negativas. Si la caracterización de género existe en todas las especies, el originario de las mismas o la naturaleza creadora debe contener aspectos  de masculinidad y de femineidad o, positividad y negatividad.
Pero estas dualidades existen para unirse porque son complementarias en la labor de perpetuar la especia. Si existen para unirse,  tanto mente y cuerpo, como sujeto y objeto en todo lo creado, es lógico pensar que el origen de la creación espera también la unidad y que contenga en sí también algún elemento cooperativo que la haga posible. Sabemos que la fuerza que une es el amor y si toda la creación busca la unidad armónica que coopera con el orden ecológico y biológico, lógicamente el origen, o la naturaleza  del orden ha de esperar unirse de igual modo con alguien que se ordene voluntariamente como él o como ella. Y ese único dotado con una sensibilidad universal capaz de captar las máximas necesidades válidas para todo,  el único dotado con una capacidad intelectual capaz de razonar el juicio justo o legítimo de las leyes naturales o principios de la Creación y el único, capaz de realizarse en libertar responsablemente, es el hombre.
De donde se deduce, que el origen del ser humano es una entidad con los atributos de: ser sensible, inteligente y responsable. Pero profundicemos un poco más en ello.

Todo lo creado está compuesto de energía y la energía ni se crea ni se destruye, es absoluta, eterna e infinita. Si todo está compuesto por un tipo de energía eterna Absoluta e infinita, la naturaleza creadora u originaria de la creación  ha de ser o estar compuesta de energía.
La energía manifiesta en la creación opera siempre y en todo, en pro del ordenamiento natural, en otras palabras, responde siempre al cumplimiento de la máxima necesidad válida para todo.
Se ajusta siempre en todo a las normas de la naturaleza y cumple con el máximo deber necesario. Esa es la Naturaleza de la energía.  En la energía no solo existe información, la necesaria para normarse, en la energía existe además, el regulador custodio de la norma, porque sin él no podría normalizarse y ese regulador custodio de la ley, es la conciencia.

Todo humano frente a la ley tiene la posibilidad de cumplirla o no, porque está dotado de discernimiento y  libertad, pero para ayudar a que descubra cual es la mejor opción, la más justa o la adecuada, dispone del regulador custodio de su conciencia. El mismo regulador custodio existe contenido en el origen creador de la Naturaleza Humana.
A esa entidad que es energía con atributos de positivo y negativo, o masculino y femenino, con carácter y forma y con el deber de unirse con un semejante para disfrutar del derecho al beneficio de lo creado, le llamaremos PRIMERA ENERGÍA UNIVERSAL.  Ese es el origen del hombre.

Cuando hablamos de Energía, estamos refiriéndonos a un tipo de sistema operativo muy distinto de lo que la ciencia determina como fuerza o poder; estamos ante un sistema operativo completo que pretende y propone, que regula y fiscaliza, que determina y dictamina reglas y principios, deberes y derechos intransables y absolutos que deben ser respetados y establecidos.
El origen de la existencia es este regulador inmanente y eterno, sensible e inteligente, justo y responsable cuyo nombre no determina su función ni su finalidad. Es el que es. Origen y finalidad de todo lo creado.

La sociedad ha forjado mitos inexplicables, misterios irracionales y devociones absurdas que han dictaminado la adoración a lo desconocido. Casualidades o enigmas a las que se les denominan milagros que la gente asume verdaderos, aun sabiendo que son desconocidos e ignorados, pero los dotan de divina veracidad, aún sin saber de qué se tratan. Dioses que premian y castigan con llamas eternas a los hijos amados por ese mismo Dios que los castiga. Pero nadie se pregunta qué es un castigo, ni cómo corrige ese castigo. Ni cómo un ser absoluto en el amor, puede actuar de forma tan violenta con sus amados hijos, sin perder su condición de absoluto. Se dice que Dios es omnipresente pero no se explica su presencia en el infierno al que envía a sus castigados. Se afirma al Dios absoluto omnipresente y al mismo tiempo se afirma también a un anti dios en un infierno en el que Dios no puede estar.

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