16 Dieciseisava Clase Teórica
PROTECCION
Y DEFENSA
La protección y defensa de lo natural es normal, pero la
protección y defensa de las preferencias es antinatural. La protección extrema y la defensa de lo preferido se
transforman en inhumanas. La defensa ha de ser siempre de lo preferente, de lo
que se debe hacer para beneficiar a todo, no la defensa de lo preferido por uno
mismo.
En nuestra sociedad contemporánea se tiene distorsionado el
sentido de pertenencia y se declara posesión a lo que no nos pertenece. Cuando
esto ocurre, la defensa de lo poseído, se transforma en agresión al que le
pertenece, por ejemplo: a nadie le pertenece el espacio, pero la mayoría exige
el derecho a la posesión del espacio. El espacio no se lleva en el espíritu a
la dimensión espiritual, se queda en su lugar cuando el cuerpo del espíritu se
muere.
Al no ser consciente de que el cuerpo del espíritu es mortal y
la calidad del espíritu es inmortal, el individuo, no discierne entre lo que le
pertenece y lo que posee. Lo poseído es tomado por el individuo y lo que
pertenece es adquirido, no es tomado. Por ejemplo, cada año adquiero un año más
del tiempo, pero el año no me pertenece, me pertenece únicamente el uso del
tiempo, lo que haya logrado en ese tiempo, pero no el tiempo. Lo mismo ocurre
con el lugar en el que estoy. No debo apropiarme del espacio que ocupo, porque
no me pertenece, lo que me pertenece es la experiencia de ocuparlo, de haber
estado ahí.
Ninguna cosa ajena a la experiencia puede declararse posesión,
porque lo que se posee es algo que se protege o defiende pero que no pertenece.
Mi casa, no me pertenece a pesar de ser yo el poseedor de mi casa. La casa es
un lugar en un momento del tiempo, ocupado por mí y protegido y defendido por
mí. Si considero ese espacio cedido por la naturaleza, como perteneciente a la
naturaleza, si por alguna razón he de dejarlo, lo dejo en manos de otro que
proteja y defienda su naturaleza habitacional. Si todo el mundo al que se le
ceda esa vivienda, la protege y defiende su naturaleza habitacional, la casa
puede beneficiar a todo el que la habite.
Si tomo la casa como posesión propia sin compartirla y la dejo
inhabitable, o la cierro al beneficio de los demás y la abandono, alguien, en algún momento, reclamará la falta
de beneficio al bien común y pedirán derrumbarla, ocuparla o destruirla.
Tenemos un sentido adquirido de la posesión que es falso y que no beneficia al
bien común y eso es lo que provoca los reclamos de la sociedad a las clases
altas que tienen mucho sin ser útil nada más que para algunos, ocupando mucho espacio
o mucho tiempo. En el futuro, la humanidad heredará la tierra, pero no el
derecho a la defensa del espacio. El espacio no se posee porque lo único que
nos queda es la pertenencia de la experiencia del uso. Cuando niños jugamos con
la tierra, pero no nos la guardamos en los bolsillos del pantalón y defendimos
que es nuestra por jugar con ella. Se queda en el parque para que otros niños
jueguen con ella, pero de adultos exigimos el derecho a la propiedad de lo que
no nos pertenece. Hacemos una defensa de lo que decimos que poseemos
sin saber que al tomarlo, se lo robamos a su verdadero dueño, la naturaleza.
Si se construye una casa ha de considerarse para el bien común,
el beneficio de todos, y para eso la casa ha de ser funcional para cualquiera,
no solo para el que la ocupa en un instante de tiempo. La casa es una vivienda
y vivienda es un lugar habitado. La reducción a ser habitado por uno es un
deseo individual, no colectivo, y reduce la vivienda al poseedor.
Poseer es imponerse sobre algo, pertenecer es la cualidad de
contener. La casa no se contiene, se posee, porque pertenece a la naturaleza.
En un ambiente social maduro en donde todos obran en pro del cumplimiento del
máximo deber responsable, las casas serían utilizadas por el que más la necesite,
durante el tiempo que se justifiquen necesarias para el bien común. Tendríamos
casas abiertas a los vinculados, a los confiados, a los responsables y en una
sociedad madura, los adultos serían todos responsables porque se ofrecerían
todos voluntariamente al cumplimiento del máximo deber necesario. Ese tipo de
sociedad es la esperada por todos los que marchan en pro de los derechos
humanos, si es que en realidad están pidiendo el derecho a la satisfacción del
beneficio de haber cumplido con el máximo deber de cumplir las máximas
necesidades válidas para todos.
Por posesión se entiende retener una cosa para uso exclusivo, o
adquisición de un derecho a uso y cuando ese uso, no es de beneficio compartido,
es solo válido para uno, al ser únicamente valido para uno y no valido para
todo, se comete un error ante la naturaleza, se la priva de su derecho natural
de pertenencia. A la naturaleza le pertenece el tiempo y el espacio, al humano
le pertenece la experiencia de su uso. El humano por naturaleza tiene derecho
al uso, pero no a la posesión. Cuando alguien saca el oro del banco se le
denomina ladrón pero cuando saca el oro de una mina no comete delito alguno,
¿Por qué si se está llevando lo mismo, oro?
Un kilo de oro de una mina vale lo mismo que un kilo de oro de
la caja fuerte de un banco. ¿Por qué se es delictual al sacarlo de un banco y
no delictual al sacarlo de una mina? Alguien diría que el oro del banco le
pertenece al banco, pero… en realidad ¿le pertenece al banco o a la naturaleza?
El banquero ¿se lo lleva con él cuando se muere? Si no se lo lleva no le
pertenece, porque no es parte íntegra de él, es algo externo que utiliza, pero
no lo contiene.
Ahora, nos damos cuenta de lo que se posee y de lo que nos
pertenece. Yo poseo una bicicleta, pero solo me pertenece la experiencia del
traslado. Esa sensación, ese conocimiento de pedalear y esa experiencia de
mantenerme en equilibrio me pertenecen, pero la posesión de la bicicleta no
determina que me pertenezca. Si dejo que la bicicleta beneficie a todos los responsables
de protegerla y defender su integridad, la bicicleta será un útil para todo,
pero si privo a los responsables de su servicio, ganaré su reclamo y me
acusarán de egoísta.
El mundo ha de despertar a la realidad de las cosas. Las cosas
no están contenidas en el individuo, y el individuo solo dispone de lo que
contiene. Lo que contiene está en él, lo que posee no está en él. Por lo mismo,
la posesión es un error, porque se retiene lo poseído para uso exclusivo no
compartido. La naturaleza comparte todo lo que tiene para el bien de todos. Las
aves hacen nidos y los dejan después de usarlos, los animales habitan en cuevas
que luego abandonan. Ningún animal carga una mochila al hombro con sus
posesiones y todos viven, crecen, se multiplican y ejercitan una labor
cooperativa. El hombre maduro está siempre dispuesto a solucionar los máximos
problemas, a realizar las máximas necesidades válidas para todos, a cumplir con
el máximo deber necesario. Ese tipo de personalidad y carácter no se reduciría
a almacenar posesiones para sí mismo. Utilizaría las cosas para el beneficio de
todos y las dejaría donde puedan ser más útiles para el bien común.
Los denominados ricos acumulan y guardan cosas que no usan nunca
y que a muchos les son necesarias, pero no las ofrecen, ni siquiera las ponen a
la venta, las guardan y ven como se oxidan encerradas en sus lujosas casas. Las
protegen y defienden suyas, pero no sirven para nada. Esas cosas sufren
carencia de valor y la naturaleza se encarga de privarles de ellas sin poder
satisfacer las necesidades de quienes las necesitan. Debemos meditar sobre el
verdadero significado de posesión y pertenencia y asumir la determinación de
obrar en consecuencia.
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